agosto 25, 2008

No necesito sufrir.

Perspectiva depresiva de lo "mejor" del verano.

Todo el mundo desea que llegue el verano y con él llega el calor, los agobios, las vacaciones apresuradas con las estadísticas terroríficas de tráfico, los mosquitos y los parientes coñazos que vienen de visita y "de gorra".

Aún así esto no es lo peor, eso está aún por llegar y además se repetirá mientras el incesante calor no cese. Me estoy refiriendo a.... LA PLAYA.

¿A quien le gusta la playa? Pues parece que a todo el mundo.... pues todo el mundo debe estar mal de la pelota. Resulta que cuando tengo calor no meto la cabeza en el horno. Creo que nadie lo hace ¿verdad? Pero en cambio en el mes mas caluroso del año todos nos vamos como borregos a tirarnos en un páramo sin sombra sobre arena ardiente que nos abrasa los piés y nos desparramamos sobre ella a sudar como gorrinos con el fin de conseguir un bronceado que nunca llega, y que cuando lo hace siempre parece insuficiente. Es como el síndrome del bingero: Si le toca una línea no se quiere pirar hasta sacar un bingo, con lo cual se va pelado. En este caso te vas a casa con quemaduras.

Vamos a repasar como es un día de playa:



Llegamos a la playa, con las toallas, la nevera, los bocatas, los juguetes de lso niños y mil trastos mas y.... ¡sorpresa! Ni un puñetero sitio. Al final te acoplas de cualquier manera entre unos jubilados y unos calorros con un cassette de esos de los 80´s de doble pletina que no para de reproducir los temas mas cansinos de grupos del tipo Camela. Si tienes suerte te puedes tumbarte tranquilo a sudar, asarte de calor y a mirar el reloj deseando volver a casita, al amor de tu aire acondicionado y tu refresco helado en una mano y el mando del dvd en la otra. Luego, cuando mas calor tienes pasa un niño corriendo que viene del agua y te salpica de agua helada en la espalda "¡Niñoooooooo....tu put... ¿donde lo habrán criao?", bueno, ya que estás pasando un mal rato decides irte al agua. Joe que frío. Cuando metes las joyas de la corona en el agua instintívamente levantas los brazos como si te estuvieran atracando y pones cara de susto ¿para que? si solo se te están helando las pelotas?, ¡venga va! te metes en el agua fría como de la nevera y te sales para tumbarte otra vez al sol, a pasar otro mal rato. Cuando estás ya medio a gusto pensando "tampoco se está tan mal" vuelve el cabronazo del niño al agua y pasa corriendo por tu lado salpicándote de arena toda la cara, momento en que te preguntas si no habrá una cámara oculta en alguna parte.

¿Ya pasó todo lo peor? ni hablar, falta aún una pareja indispensable en todo litoral: Los subnormales de las paletas. Se trata de un par de memos que se ponen a jugar a la paleta justo a tu lado. Y ahí estás tu, tumbadito y viendo como estas siempre a punto de llevarte un pelotazo. Tratas de cerrar los ojos y piensas "voy a pasar del tema" pero el sonido de la pelota te atormenta si parar: "toc.... toc....toc" y se te crispan los nervios. De repente la pelotita cae a tu lado. Imaginas que se darán cuenta de que estás molestando, pero sus obtusas mentes aderezadas con la músiquita marginal del casette no les infunde comportamiento cívico alguno y continuan jugando hasta que decides saltar sobre sus cuellos o marcharte.

Finalmente decides volver a tu casita: Tu tele, tu nevera, tu aire acondicionado y ni calorros con casetes, jubilados con ollas llenas de almóndigas y tortillas de patatas ni capullos jugando a la pelota. y cuando crees que la pesadilla ha terminado te das cuenta de que estas jodido. Te has quemado.





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